Una niña en una escuela misionera estaba sentada en la primera banca; y cuando la directora narraba cómo clavaron a Jesús en la cruz, las lágrimas llenaron sus ojos, y se levantó y salió. Por la tarde volvió sonriente, y la directora le preguntó: --María, ¿a dónde fuiste esta mañana?Ella contestó: --¡Oh, maestra! No pude contenerme cuando usted nos habló de la crucifixión de Jesús, porque me sentía culpable de haber ayudado a clavarlo allí; salí de la escuela, me arrodillé y dije a Jesús que mis pecados habían ayudado a clavarlo en la cruz; y le rogué que me perdonase por haber ayudado a los demás a matarlo, que me sentía muy triste por esto. ¡Y ahora me siento feliz!
Solo Escritura
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